Hace poco que hemos vuelto de hacer el Camino de Santiago un grupo de peregrinos. La experiencia ha sido inolvidable, entrañable y muy recomendable. Entre los que fuimos habían compañeros y desconocidos. Sin embargo, cuando terminamos el Camino todos éramos buenos amigos.
Esos días nos han dejado una huella a todos. De hecho, al llegar a nuestro destino compartimos unas palabras que sacaron lo mejor de cada uno. De esos momentos que compartimos me quedo con la paz y alegría que nos acompañó durante nuestro caminar; la unión e igualdad que reinan durante el peregrinaje donde todo se comparte y no hay diferencias sociales; el anhelo por llegar a Santiago y abrazar al apóstol; y la voluntad y valentía que vi en muchas personas que, con dificultad pero con fortaleza, vencían y ofrecían sus molestias y dolores por una buena causa.
Por último, quiero recordar a aquel hombre, hijo de Zebedeo y Salomé, y apóstol de Jesús, que recorrió más de cinco mil kilómetros desde Jerusalén hasta Iria Flavia (actual municipio de Padrón), con la misión de evangelizar la entonces conocida como Hispania (actualmente península ibérica). No cabe duda que aquel encargo fue y es la principal causa de nuestra cultura y raíces cristianas.
¡Gracias Santiago!
No hay comentarios:
Publicar un comentario